Nos despertamos temprano y con prisa nos arreglamos. Por suerte, hacia un día fenomenal, lo que nos motivo más. Hoy habíamos quedado con Desi para ayudarle mudar de su apartamento en el centro de Sevilla a una de las residencias situadas en la Universidad de Pablo Olavide. Desafortunadamente, ninguna de las tres nos habíamos enterado de que había un partido de fútbol entre el Sevilla y el Betis y cuando llegamos al metro Puerta Jerez nos vimos rodeadas de gente con pancartas y vestimenta del Sevilla. Esto no acabo aquí, ya que debido a que íbamos en dirección hacia el partido, todos los trenes que pasaban estaban llenísimos y parecían una lata de sardinas más que un vagón de tren. Después de haber pasado el séptimo tren, bueno creo que era el séptimo, y lo que pareció ser una eternidad, vimos un hueco en el siguiente ten y las tres nos montamos rápidamente. De ahí no nos tardó nada en llegar a la universidad y encontrar su residencia.
Después de haber escuchado al recepcionista quejarse la última vez que su descanso comienza a las dos, nos aseguramos de llegar con tiempo para no tener que escuchar su discurso otra vez. Sin embargo, le estuvimos esperando fuera de la residencia durante un buen rato. Intentamos el timbre un millón de veces y llamamos al número de la recepción otras mil y nada. Hacia un calor horroroso y no importaba donde me sentaba, no podía deshacerme de esa sensación, así que decidimos sacarnos fotos.
El calor hacia la espera insoportable, así que cuando se asomo el recepcionista, salimos corriendo las tres hacia la puerta de la residencia. Dentro, el señor le explicó a Desi como funcionan las cosas en la residencia, en cuanto a su cuarto, a las normas de visitas, la lavandería y otras cosas más. Al ver que se estaba intentando adaptar a su nuevo entorno, nos dijimos adiós y con eso, Chantelle y yo nos dirigimos a casa.