Después del carnaval, la siguiente semana comenzó un poco lenta, sin embargo, me hizo mucha gracia escuchar las conversaciones de los alumnos en los pasillos intentando recordad lo que hicieron esa noche con sus amigos. Gracias a Dios, que no tuve ese problema.
Al llegar el miércoles, comencé a sentirme decaída, es decir, no me sentía como yo misma y por suerte, casi todas nuestras clases habían sido canceladas. Permanecí en la biblioteca durante el día completo intentando deshacerme de algunos trabajos que tenía, sin embargo, el dolor que tenía en la cabeza era horroroso y no me podía concentrar. Era como si tuviera el mono de Toy Story 3 dándole al pandero continuamente. Aun así, decidí esperar hasta mi última clase del día para informarle a la maestra que no podría acudir, ya que no me encontraba bien. Muy amable, me dijo que no me preocupara y que me mejore, y con eso dicho me dirigí a casa.
El camino devuelta fue lo peor. Me sentía frágil, sin energía y con nausea. Entré a casa y lo primero que hice fue meterme en la cama para intentar dormir, ya que no pegué ojo la noche anterior. Sin embargo, no pude. Comencé a notar un aumento drástico en fiebre y un dolor en la zona de los ojos, que no me permitía abrirlos. En este momento, sabía que no era solo una migraña, si no que algo más serio. A lo largo que iba el día, lo peor que me ponía. Llegó un punto en el que no podía ni comer porque me entraban arcadas. Hablando con mi tía, me informó que este es el periodo donde todos se ponen enfermos debido al drástico cambio de temperatura. Fue entonces cuando me di que tenía razón, ya que me acordaba que por las mañanas me abrochaba completamente, pero al llegar a la universidad te entraba un calor tremendo y más con cuarentaicinco estudiantes todos amontonados en un aula. Pues, debido a eso, mi pobre tía y mi compañera de piso me estaban cuidando durante el resto de la semana. Estoy, verdaderamente, agradecida, ya que, si estuviera sola como estuve en Barcelona, no creo que hubiese sobrevivido.
Esa primera noche fue una de las peores noches que he pasado en mi vida. No pegué ojo, ya que no paraba de toser y seguía con una fiebre horrorosa. Debido a esto, decidí permanecer en casa el jueves. El viernes fue igual, no noté ninguna diferencia en como me sentía. Hoy ha sido el primer día que me he notado mucho mejor y con energía. Sin embargo, debo tener cuidado porque recaer es aún peor y no tengo tiempo para estar enferma, ya que tengo una gran cantidad de trabajos, los cuales debo empezar ahora para que no se me amontonen todos juntos. Ojalá no recaiga y que se me haya pasado completamente, pero solo duró poco los síntomas, así que, tengo un presentimiento que no estoy totalmente recuperada, lo cual me da muchísimo miedo.