Feria de Abril

El  miércoles fue nuestra primera vez visitando la Feria de Sevilla, también conocida como la Feria de Abril. Mi prima nos invitó a pasar el día con ella y algunos de sus amigos, y decidimos que sería mejor ir con ellos, ya que no teníamos la menor idea de cómo funcionaba la feria o cuales son sus mejores casetas. Al aceptar la invitación de mi prima, comenzamos a mirar por las redes sociales fotos y nos dimos cuenta de que el 99,9% de las personas iban vestidas de sevillana o de caballero. Al ver eso, decidimos encontrar vestidos de sevillana. Mi compañera alquiló un vestido de flamenco precioso de color rosa pastel con lunares negros, y yo me puse un vestido de sevillana blanco de encaje y con detalles marones en los volantes. Lo mejor de mi vestido es que se lo había hecho mi tía a mi prima hace unos años y le quedó precioso.

Llegar al portal de la feria fue un cachondeo, ya que no sabíamos exactamente donde estaba, hasta que vimos a todo el mundo disfrazado yendo hacia una calle y decidimos perseguirles. Gracias a esa decisión, llegamos a la feria. La portada era hermosa y se encontraba rodeada de vestidos de sevillana de todos los colores y diseños. Después de sacar unas fotos, comenzamos a buscar la caseta en la que se encontraba mi prima y sus amigos. Nos tardó bastante encontrarla si os digo la verdad. Cualquiera se pierde en la feria si no sabe donde va. Sin embargo, es tan preciosa que no creo le importe a nadie perderse en ella.

Al encontrarlos, nos metimos en una caseta que parecía que iba a estallar con la cantidad de gente que había dentro. Por suerte, mi prima ya estaba allí desde las 12 y tenía una mesa con sillas. Al sentarnos, nos dijo que habían pedido unas cuantas jarras de rebujito. Para aquellos que no lo sepan, el rebujito es una bebida alcohólica emblemática de la Feria de Sevilla, hecha una bebida alcohólica llamada Manzanilla y limonada. No parece nada fuerte, pero después de unas jarras bajo el sol de Sevilla, os confirmo que estaréis por el suelo.

Después de no se cuantas jarras de rebujito y tapas, nos pusimos en marcha hacia la zona de los cacharritos. Hay estuvimos hasta las tantas de la noche, hasta que decidimos volver a casa.

¡Fue un día increíble! Eso sí, recomiendo que os pongáis zapatos cómodos.

El 11 de mayo fue el último día de la Feria de Sevilla, así que mi compañera y yo decidimos volver, pero, esta vez, sin vestido de sevillana. Dimos varias vueltas intentando encontrar una caseta para sentarnos, lo cual era muy difícil porque había una gran cantidad de personas. Después de varias vueltas, encontramos una y decidimos, bueno, decidí yo, que deberíamos comprar una jarra de rebujito para cada una. Una muy mala decisión. Al terminar, mi compañera se compró un gofre y yo un crepe, los cuales desaparecieron muy rápido con el hambre que teníamos. Para terminar la noche, nos montamos en un cacharrito que daba vueltas en el aire. Me encantó, sin embargo, a mi compañera le entró fatiga. De ahí, nos montamos en los coches locos. Eso sí, estando borracha te lo pasas igual de bien en lo cacharros.