El mes de Octubre.

El Mes de Octubre

 

A principios de este mes he podido solucionar por fin el problema con la universidad, como ya sabeís, elegí  7 asignaturas. Tuve que cambiar cuatro de ellas por problemas de horario. Además, me faltaban 3 puntos de ECTS para poder completar los 20 que necesito este trimestre. Como solución al problema, tuve que añadir una asignatura extra y me vi obligado a desacermé de dos asignaturas, puntualmente dos que tienen que ver con el idioma francés porque a pesar de que me guste mucho el idioma, el curso que se me asignó no era el correcto para mi nivel, puesto que el mínimo requerido era B2. Como podreís ver, tenía mucho por solucionar y esto no ha sido una tarea fácil. Desafortunadamente, la seretaría de la facultad no pudo hacerse cargo de mis problemas, nadie hallaba soluciones y me enviaban de una oficina a la otra, cada vez tenía que recorrer mayores distancias y mi paciencia era cada vez menor. Finalmente, entre tantas idas y venidas, paso a paso pude ir resolviendo todo. Sin embargo, el punto clave para solucionar todo fue visitar a mi tutora, Itzar. Ella, con toda su experiencia y mayor paciencia que la mía, encontró un curso que me concedía los 3 puntos que me faltaban. Este curso es el del idioma catalán. Y aunque esté cursando el primer nivel, me interesa mucho la materia porque para conocer un lugar, no hay nada mejor que empezar por aprender el idioma.

Pero a decir verdad, no todo en este mes fue malo, la visita de mi novia me devolvió la alegría, el buen humor y gracias a ella pude disfrutar los últimos días cálidos de este año. Julia y yo fuimos de paseo a la playa, nos gustó tanto, que estuvimos allí durante muchas horas y volvimos en tres ocaciones a tomar el sol, cosa que poco podemos disfrutar en Inglaterra. Durante su estancia nos hemos tratado muy bien, hemos ido a comer a mi restaurante favorito y de hecho hemos celebrado su cumpleaños ahí. Claramente, la he llevado también a los lugares más turísticos como a Las Ramblas, a La Boquería e incluso pudimos visitar el parque de la Ciudadella. Según ella, el lugar más bonito de Barcelona fue el palacio de Montjuic, donde pudimos ver las fuentes mágicas pero a mi lo que más me gustó fue el Castillo de Montjuic y el barrio en sí, puesto que me sentí en otra ciudad. Pasar de la playa a la montaña en menos de una hora no es algo que esté en mi día a día pero en Barcelona sí que es posible. Más tarde, ese mismo día, después de sentir que me había teletransportado a otra ciudad, volvimos al centro y disfrutamos de una típica y deliciosa paella, comida que por cierto no disfrutaba desde hace ya muchos años. Mi novia, quien nunca había tenido el privilegio de probar esta comida, quedó fascinada.

Ahora, ya terminando el mes octubre, después de haber pasado por problemas y al verme capaz de solucionarlos, me he sentido por fin en casa. Estoy mucho más familiarizado con la ciudad, con la gente y cada vez más con el idioma catalán. Me da pena saber que no me queda mucho tiempo más de estadía, sé que el día que me vaya de aquí me iré con ganas de más porque Barcelona tiene mucho para disfrutar. Sin embargo, me iré contento de haber podido experimentar una vida en esta hermosa ciudad, además sé que me iré con un nivel mucho más avanzado de español. Las contínuas lecturas de libros, artículos y el habla diario del idioma me han servido de mucho. En los meses que vienen intentaré seguir disfrutando del efímero tiempo que Erasmus me ha dado para vivir aquí.

 

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