Visitando el pintoresco pueblo de Frigiliana

Andalucía es un lugar magnifico.  He vivido aqui en España ya por seis meses y medio y este país sigue gustandome cada día más, detrás de cada esquina hay un lugar nuevo y diferente para visitar y que me ayuda a incrementar mi bagaje cultural. Ayer, por primera vez, fui a visitar el pequeño y extremamente bonito pueblo de Frigiliana, localizado a una hora y media de coche de Málaga.

Fui a Frigiliana con mi amigo Daniel, un chico que conocí aquí en España en Octubre y que se ha vuelto uno de mis mejores amigos. El día fue muy bonito y soleado, este año el tiempo en el sur del país ha sido un poquito “loco” y lo digo porqué al comienzo de 2018 llovió aproximativamente el doble que llovió el ano pasado, por eso estaba muy feliz del tiempo de ayer.

Frigiliana es el clasico ejemplo de pueblo andaluz, todas las casas son blancas y conectadas por calles muy estrechas donde los coches no pueden pasar. Muchas de las puertas de las casas tenían colores particulares y las tejas de los techos estaban caracterizada por el clasico color rojizo. Las calles, donde había un monton de gente que iba paseando, estaban adornadas con muchas plantas que embellecían el pueblo.

Frigiliana está colocada encima de una montaña y por esta razón todas las casas estan en niveles diferentes y desde el mirador principal del pueblo se puede admirar una vista panoramica fantástica del paisaje compuesto por colinas verdes y campos que se extienden hasta el mar Mediterráneo.

Yo y Daniel nos quedamos por poco tiempo en una de las cafetería en la plaza principal de Frigiliana donde yo tomé un cappuccino y el un batido de fresa. En la plaza con nosotros, había un monton de turistas de varios países, pero especialmente de Inglaterra que charlaban, bebían y se relajaban bajo del sol en absoluta tranquilidad. De verdad que me sorprendí un poco al ver tantos turistas en un pequeño pueblo del cual nunca había oído antes.

Lo que más me gusto del día fue pasear por las calles comiendo un helado y hablando sobre varios temas, sin prisa, ni preocupaciones, disfrutando de nuestro tiempo allí y de la compañía. Al final de nuestra caminada, nos sentamos en uno de los bancos al lado de un pequeño parque donde había una fuente y vimos la puesta del sol. Los colores en el cielo eran el amarillo, el rojo y el rosa que rellenaron el cielo y transformaron Frigiliana en un puelo casi mágico por unos minutos.

Fue un día absolutamente inolvidable, pasado en tranquilidad y riendo. Me ha hecho pensar de como, a veces, los lugares que menos se conoces, los que aparecer menos en las guías y de que menos se habla son los mejores donde te lo pasas mejor. Andalucía es una tierra que tiene muchas gemas ocultas que tienen que ser descubiertas. Fue un día maravilloso lo que pasé en Frigiliana y tengo ganas de regresar allí un día.