Una amiga mía y yo hemos decidido a pasar este fin de semana en Madrid. Reservamos una habitación a través de Airbnb en un piso de una familia brasileña/portugés (todavía no estamos seguras, y es probablemente que nunca lo estaremos). Al final, solo vimos a la hija mayor, una chica baja y muy amable, de pelo oscuro y rizado, llamada Priscilla. Ella nos dio las llaves y nos mostró nuestra habitación, que era pequeña, pero acogedor. Tenía una cama grande, con un colchón cómodo, y, lo más importante, ¡un calentador! Esto nos hizo felices, porque ninguna de nosotras tenemos uno en Valencia, donde recientemente hace frío. Aquella noche dormimos como bebés. Pero me estoy adelanto.
Salimos de Valencia a las seis de la mañana en punto. Fuimos en coche con Toni, nuestro conductor de BlaBlaCar. Por esos que no saben que es BlaBlaCar – es una página de web en que se puede encontrar gente que está viajando a algún sitio en su coche, y si les pagas, puedes ir con ellos. Este servicio se puede encontrar en varios países y es bueno usarlo aquí en España porque es más cómodo, barato y rápido que un autobús o un tren.
Llegamos a la capital alrededor de 9:30 de la mañana. Antes de tomar un café y dejar las maletas en nuestro alojamiento, queríamos dar un paseo corto por el barrio. De repente, nos encontramos al frente de la puerta principal del parque más grande y famoso de todo Madrid – El Parque del Buen Retiro. Aquí vimos dos monumentos conocidos – Palacio del Cristal (que sirve como un pabellón para las instalaciones del arte del Museo Reina Sofia) y el monumento al rey español Alfonso XII. Nuestro viaje no podría haber empezado mejor.
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Ya en casa, nos preparamos un plan de ruta. Solo caminamos todo el día (y el siguiente también) y no usamos el metro o el autobús ni una vez. Una razón por esto fue que el sistema de trasporte público nos pareció un poco complicado, dado que nunca antes lo hemos usado.
La otra razón fue que todos los sitios estaban más o menos cerca uno de otro, máximo veinte minutos andando. Esto nos sorprendió de buena manera.
La primera parada de esta ruta fue la Puerta de Toledo. En pasado, era una de las cinco puertas principales de acceso a Madrid y una parte de la fortificación de la ciudad.
Luego, fuimos a ver el Palacio Real junto con su parque, llamado Jardines de Sabatini. Sin embargo, no entramos al palacio, porque había una cola bastante larga para las entradas. Tengo que decir que el edificio fue impresionante, pero que me más llamó la atención fue la Catedral de la Almudena, el sitio de la boda del rey y la reina actual de España, situada en frente del palacio.
El siguiente lugar en nuestra agenda fue el Templo de Debod. Es un templo del antiguo Egipto construido en el siglo II a.d.C. Fue donado a España por el gobierno egipto por su ayuda arqueológica en el país. Es el único sitio de su tipo en toda Europa. Sin duda, pasamos más tiempo en este lugar. Eso fue porque a mi amiga le encanta el antiguo Egipto y todo relacionado con él.
A veces hay agua alrededor del templo, pero no había cuando nosotras visitamos. También hemos leído en línea que se puede entrar dentro del monumento, pagando una pequeña tarifa, pero esta vez estuvo cerrado. ¡Qué pena!
Plaza Mayor fue nuestra quinta parada del día (Si lo estoy contando correctamente). Cuando llegamos a este lugar, pusimos a sentirnos un poco decepcionadas, porque la mitad de la plaza estaba cerrada y había personas preparándola para el mercado de Navidad, poniendo establos de manera alrededor de un árbol de Navidad grande.
Además, había mucha gente, que no era nada sorprendente, solo nos molestó un poco. Pero compramos todos nuestros souvenirs que teníamos que traer a nuestras familias y amigos. Yo compré imanes de nevera para mis padres y abuelos, tarjetas postales con los monumentos más importantes de Madrid para mis amigas, mis hermanas y una también para mi. Lo último que compré fue un vaso de chupito para mi mejor amiga, porque es nuestra tradición traer uno la una a la otra cuando viajamos.
Parece que en esta parte de nuestro día nos seguía una decepción tras otra. Y esta llevaba el nombre Miguel. Cuando pusimos en internet “que hacer en Madrid”, el Mercado de San Miguel aparecía en cada página de web o entrada de blog. Por eso decidimos a ir y verlo con nuestros propios ojos.
Lo primero que notamos fue que era más pequeño de lo que parecía en las fotos. Segundo, se vendieron muchos platos de carne (qué sorpresa, aquí en España) y aún más de mariscos. Porque mi amiga y yo somos vegetarianas, nos fuimos y terminamos tomando un plato de patatas bravas con la salsa de tomates un poco picante típica, en un restaurante cerca del mercado. La comida fue buena (nos encantan patatas, hechas de cualquier forma) y nos dio suficiente fuerza para continuar nuestro día.
Continuamos a la Puerta del Sol, una de las plazas más conocidas de Madrid. No sé si había tanta gente porque fue sábado por la noche, o porque esta plaza está muy cerca de Gran Vía, una calle central con muchos teatros y tiendas. Lo único con que lo podría comparar que me ocurre es Oxford Street en Londres durante el viernes por la tarde.
En lo que se tiene que fijar en la plaza es la Casa de Correos con su torre, cuyas campanadas marcan las tradición española de Nochevieja, en que se toman doce uvas a la medianoche. Otro punto de referencia allí es la estatua del Oso y el Madroño ( se traduce como el árbol de fresas). Además de ser uno de los puntos más destacados, este animal es también el símbolo de la ciudad.
Nuestra última parada del día fue el Museo Nacional Reina Sofia, la más esperada para mí. Esta galería del arte, mayormente contemporáneo y del siglo XX, no es solo una de las más famosas de Madrid, sino del país (y quizás también del mundo).
El museo es más famoso por albergar Guernica, el cuadro famoso del pintor español Pablo Picasso. Me parece increíble que ni hace un año, estaba sentada en clase, escuchando una lectura sobre la pintura, y ahora la veo en vida real. Estoy feliz que la he podido ver, porque no es solo un cuadro famoso, sino también una parte de la historia. Además, he visto también los bocetos y dibujos de Guernica, y unos otros cuadros de Picasso.
Y como si esto no fuera suficiente, ¡no teníamos que pagar ni un céntimo para ver esta obra de arte! La entrada para estudiantes es gratuita. Sin embargo, si ya no estudias, cada día es posible visitar el museo de una manera gratuita, dos horas antes de que se cierre. Solo no te puede molestar la cola que se crea, pero va rápido.
Como he mencionado anteriormente, esto fue lo último que vimos. Acabamos el día tomando una copa de cerveza y una de vino tinto en un bar pequeño en frente de la Reina Sofia, la luz del museo brillando sobre nosotras.