Viaje a Andalusía

El primer finde de marzo lo pasé de viaje a Andalusía – en Granada, Sevilla, el carnaval de Cádiz y Córdoda.
Fui allí con una agencia de Valencia llamada “Erasmus life” que organiza varios eventos y viajes para los estudiantes extranjeros (sola, porque ninguna de mis compañeras de piso no podía ir). Salimos de Valencia a la medianoche en un autobús, y durante el viaje que duró más o menos siete horas hicimos algunas paradas, incluso en Alicante y Murcia para recoger más estudiantes. El viaje era bastante cómodo, porque viajamos durante noche y podía dormir durante la mayoría del tiempo. En una gasolinera, tomando café y un par de bocadillos, hice amigas con dos chicas de Dinamarca, que estudiaban español en Alicante, y con un chico sueco, estudiante de medicina, cuya mamá era peruana y por eso hablaba español con fluidez.

Nos llevaron a Alhambra como el primer punto de nuestro viaje. Tuvimos tres horas para caminar y tomar fotos de todo el conjunto, con sus palacios, jardines y fortaleza. Recordaba vivamente como hablamos sobre Alhambra en una clase en mi primer año, y como la profesora nos dijo que valdría la pena visitar durante nuestra estancia en España. En aquel momento parecía tan lejano, y ahora ya estaba allí, increíble que rápidamente ha pasado el tiempo.

Después hicimos una visita guiada por el centro histórico de Granada con chica granadina, nacida y crecida.
Luego fuimos a nuestro hostal para dejar las maletas allí y salir a explorar la ciudad un poco más. Como las habitaciones eran de diez personas, me pusieron en una con tres rumanos, una chica de Finlandia y chicas americanas. Resultó que nos llevamos muy bien y pasamos casi todo el viaje juntos. Nosotros fuimos a tomar algunas tapas, después a una tetería marroquí para tomar té y fumar cachimba y luego dar un paseo por el barrio blanco de Albayzín, que se parecía a la isla griega de Santorini.

       

 

Las vistas desde Alhambra

El jardín royal de Alhambra y el interior.

El hermoso barrio de  Albayzín.

Con amigas nuevas

El segundo día fuimos a Sevilla, donde pasamos dos noches, otra vez en un albergue. De nuevo, hicimos una visita guiada con un señor mayor muy amable. El primer punto que visitamos era la Plaza de España que me encantó. Las vistas eran hermosas y todos tomamos muchas fotos. La guía la terminamos en el centro, donde no vimos mucho porque lo podíamos ver el día siguiente, dado que teníamos prisa de ir a un espectáculo de flamenco. Sevilla es el lugar en que nació este baile y por eso no pudimos perdernos esta oportunidad. El día siguiente vimos los sitios turísticos típicos – La Catedral con su torre “La Giralda”, “Real Alcazár”, “Plaza del Salvador”, “Las setas de Sevilla”, comimos y damos un paseo junto al río. Puedo decir que esta ciudad me gustó más de los cuatro lugares que visitamos, y que me enamoré de su ambiente y de sus pequeñas y estrechas calles. Ese día también logró a ver a Sarah, que estudia este semestre en Sevilla. Tomamos un café y me mostró su pub favorito para comer tapas (especialmente espinachas con garbanzos, probados y recomendados) donde el camarero ya la reconocía cuando entramos.

   

Real Alcazár, dentro y fuera y la Catedral con la torre “La Giralda”.

 

Plaza de España, el lugar más hermoso de toda Sevilla, en mi opinión.

Sarah y yo en frente de las “Setas de Sevilla”.

Por la tarde, fuimos a Cádiz para pasar algunas horas en el carnaval. Tengo que decir que no me divertí mucho – esperaba algo diferente, quizás un desfile o un concierto de música en vivo. Las calles estaban llenas de gente, casi todas personas disfrazadas, que me gustó mucho. Ojalá haber podido ver más de Cádiz, no solo la catedral y el ayuntamiento, pero el ambiente que creó la gente bailando y cantando compensó la falta de turismo.

   

El equipo de nuestra habitación del hostal en el carnaval.

 

Cádiz nos dio la bienvenida con esta hermosa puesta del sol.

El último día pasamos en Córdoba. Sé que se dice que un día es suficiente para visitar, pero me gustaría que pudieramos quedarnos un poco tiempo más, porque la guía visitada me parecía bastante apresurada. De todos modos, logramos ver la famosa mezquita y después solo dejamos que las calles estrechas nos llevaran a pequeñas tiendas y cafeterías lindas, hasta que era tiempo para volver a Valencia, donde llegamos a medianoche.

Estoy muy agradecida de poder visitar estos lugares y conocer a la gente que conocí en este viaje. ¡Vale la pena ir de viaje solo/a!

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