Ensayo Reflexivo

Llegué a Valencia al principio de septiembre del año pasado. Anteriormente, he estado en España solo una vez. Al ese tiempo ni me ocurrió la idea de practicar español, por ejemplos en los supermercados o las tiendas de souvenir. Nunca he estudiado la lengua en el secundario, empecé el verano antes de comenzar mis estudios en la universidad. Por eso tenía bastantes problemas imaginarme como me mudaría a España para vivir y estudiar allí diez largos meses. Aunque no entendí español muy bien y hablé aun menos, no quería ir a Madrid donde tuvieron clases dedicadas especialmente a los estudiantes Erasmus. En vez de la capital, me decidí a ir a Valencia donde tendría que estudiar lo mismo que los estudiantes nativos. La idea me emocionaba, pero sobre todo me daba mucho miedo. Aquel verano antes de irme tuve clases con un profesor nativo. Si no lo hubiera hecho, me puedo imaginar que me habría sentido mucho más nerviosa. En las clases pedí al profesor que estudiáramos la gramática un poco avanzada, sobre todo el empleo del modo subjuntivo que seguro que vuelve locos a casi todos los extranjeros que aprenden el español y yo no era ninguna excepción. Claro que todavía no lo uso correctamente cada vez o no lo uso cuando debería, pero durante este año aprendí un montón sobre cuando se tiene que usar: o bien nos enseñaron los profesores o bien cuando escuchaba a mis compañeros de clase hablando entre ellos, los españoles por la calle o los vendedores en las tiendas. Es muy posible que no todos los nativos lo digan todo el tiempo como se debería pero sí que después de un par de meses me di cuenta de que había un par de ocasiones en las que era necesario usar el subjuntivo e intenté seguir el patrón. Las veces que he podido lograr que me saliera el subjuntivo de la boca usado fácil y correctamente y como si fuera natural para mí es algo de que estoy más orgullosa de mi estancia aquí en España.
Como he mencionado anteriormente, tuve bastante miedo de mudarme a España por la carencia de mi habilidad de hablar bien el español. Quizás incluso por eso también no me voy a olvidar de una de mis otras experiencias más orgullosas aquí que ocurrió el primer día. Por la noche quedé con el propietario de mi piso y entendí todo lo que me explicó sobre las condiciones aunque habló muy rápido cuando le dije que hablé español un poco. Esto es algo que he notado con los españoles: les dices que entiendes un poco y ellos se alegran tanto que se les olvida que no pueden hablar contigo tan rápidamente y te hablan como si fueras un nativo. Pero les agradezco que al menos me hablan, y los que hablan inglés no cambian del idioma en nuestra conversación. Él tampoco lo hizo y aquella noche sentí que si podía arreglar mi vivencia por mi cuenta, en un país extranjero y hablando una lengua que no dominaba muy bien, podría resolver cualquier problema que podría ocurrir durante mi estancia en España. Y sí que algunos ocurrieron.
El mes de septiembre fue bastante héctico. Tuve problemas con el cambio de mis asignaturas y mi horario. Nadie en la universidad tenía ganas de ayudarme y por eso tuve que encargarme de todo yo sola. Estuve en la oficina internacional casi cada día explicando mis problemas, todo en español, por supuesto, pero al final logré inscribirme en todas las clases que quería, ¡y que me gustó la mayoría de ellas a lo largo del curso! Otro de los retos pero finalmente también logros era cuando empecé a acudir a las tutorías al final del primer semestre. Era sobre una asignatura que tuvo mucho que ver con gramática que yo nunca he visto en mi vida. Menos mal que la profesora era muy amable y tuvo paciencia para explicármelo de todo. Estoy segura de si no hubiera acudido a las tutorías, no habría aprobado. Tuve mucha suerte con mis otros profesores también: todos eran agradables y disponibles a ayudarnos con cualquier cosa, salvo uno que en mi opinión solo intentó a complicar la vida a los estudiantes Erasmus.
En el primer semestre tuve una asignatura menos que el segundo, que me ha dado más tiempo para viajar a diferentes ciudades. En noviembre hice dos viajes que me emocionaron mucho – uno a Madrid y uno a Barcelona. Mirando hacia atrás, pienso que este era el momento que me deshice del miedo de hablar español con los nativos porque me arreglé el alojamiento hablando español, pedí las direcciones en español e incluso hablé todo el camino a casa con mi conductor de Blablacar. Yo me conozco y por eso supe que iba a durar un poco hasta que no me daba vergüenza hablar en voz alta, pero supe que el momento iba a llegar y desde ahí podía empezar a practicar mi español tanto como podía.
Las cosas se mejoraron aun más el segundo semestre. Conocí a algunos compañeros de clases con que hablé durante las pausas y nos ayudamos con las tareas, hice amigas con mis compañeras de piso y hablamos solo español cuando cocinábamos juntas en la cocina o salíamos de fiesta. El evento más importante era cuando empecé a quedar con Carme, una chica valenciana con que podía practicar el español y ella el inglés conmigo. Con ella aprendí un montón de vocabulario, aspectos de la cultura española e incluso la valenciana de primera mano y tuve una gran oportunidad de hablar con una nativa semanalmente para que mi español pudiera fluir la manera más natural posible.
Cuando escribo estas líneas me queda más o menos una semana en España. Me alegra mucho que en estos últimos meses he podido viajar bastante: visité ciudades en Andalucía, en País Vasco y descubrí Valencia y su área circundante. Voy a salir de España enriquecida por los recuerdos de mis viajes, por la experiencia de la cultura y gastronomía de la vida española y por nuevos conocimientos de la educación universitaria que me van a servir no solo en mi vida privada pero también en mi futuro laboral.
No salgo de Valencia hablando con fluidez, que es algo que tampoco esperaba después de solo aprender la lengua dos años. No obstante, la estancia aquí me ha convertido en una persona más confidente, sin duda, en mis habilidades con la lengua. Tengo muchísimas ganas de continuar con mis estudios y no puedo esperar hasta que me vuelva a España de nuevo.