Estudio traducción en español y francés, y como parte obligatoria de mi carrera, paso el tercer año en el extranjero. La primera parte de mi experiencia Erasmus ha sido en Granada, España, donde he aprendido sobre su cultura, historia, población y tradiciones.
Mejoré mis habilidades en español, objetivo principal de esta experiencia, aunque mi nivel de español ya era C2. Más que haber mejorado el idioma, diría que dejé de lado mi timidez porque estaba obligada a hablar en español para comunicarme y ahora me siento más atrevida.
Aprendí también cómo lidiar con mi inseguridad estando sola para enfrentar mis miedos o situaciones adversas.
Pero lo más importante, aprendí más sobre cómo construir mi futuro gracias a las personas que compartieron conmigo sus experiencias vitales, sabiendo lo que hicieron en sus vidas, qué planes tienen para el futuro y cómo planean completarlos. Creía que lo que había que hacer para desarrollar una carrera era simplemente enviar CVs una vez obtenido mi título, pero hay mucho más.
Por ejemplo, la Universidad de Granada fue dura para mí, hasta el punto de que al principio creí que todo lo que estaba haciendo era inútil. Sin embargo, gracias a las personas que conocí, entendí que no hay nada malo si las cosas no son tan ordenadas como hemos planeado al principio. Un cambio de programa durante la vida no es necesariamente sinónimo de fracaso, sino haber descubierto otro aspecto de uno mismo y que hay muchas más posibilidades de las que pensamos. Sin conocer a esta gente, nunca hubiera visto las cosas de esta manera.
Acerca de la diferencia cultural, los españoles son muy sociables y acogedores con alguien nuevo, cosa que en el Reino Unido no es así. Pero lamento decir que en la universidad no era igual, que los estudiantes locales prefieren estar entre ellos en lugar de abrirse a personas de otros países. Hay excepciones, y me di cuenta de que estas generalmente se encuentran entre las personas adultas y más maduras.
He aumentado mis posibilidades de viajar al conocer personas de diferentes partes del mundo que me han ofrecido hospitalidad en el futuro para visitarlas en sus países, gracias a los lazos creados. El idioma y la cultura no son barreras en esto. El único obstáculo es el que creamos en nuestra mente.
Finalmente, creo que la experiencia Erasmus podría ampliar mis oportunidades de trabajo. Creo que, al vivir en diferentes entornos culturales, uno demuestra la capacidad de adaptarse a diferentes situaciones y de poder relacionarse con personas de diversos orígenes. Esto es algo que generalmente aprecia una empresa cuando elige un candidato para un trabajo. Además, si la posición en cuestión requiere mantener relaciones internacionales entre clientes donde el conocimiento de diferentes idiomas es necesario, o simplemente se necesita saber idiomas extranjeros, todos sabemos que no hay mejor manera de aprenderlos que vivir en el país donde se hablan.
Aunque todavía estoy dubitativa sobre lo que me gustaría hacer después de terminar la carrera, ahora sé que hay muchas formas en que podría aplicar mis conocimientos y habilidades. No estoy limitada a tener que encontrar un trabajo en lo que he estudiado o en el país donde vivo. Los ciudadanos del mundo tienen posibilidades donde sea a condición de que estén listos para adaptarse.