Este semestre ha pasado volando, no puedo creer que ya sea el final. Ahora estoy muy triste decir que estoy en Inglaterra. Terminé mis exámenes y pasé mis últimos días disfrutando de Sevilla y pasando tiempo con mis amigos. Tuve que volver a Inglaterra antes de lo que esperaba, pero estoy agradecido por todo el tiempo que pasé en esta hermosa ciudad. No fue posible encontrar trabajo en Sevilla, el mercado de trabajo no está muy bien y la gente local merite más los trabajos disponibles que una estudiante extranjera que solo está allí para algunas meses. Es que no tengo bastante dinero quedarse en Sevilla para más tiempo, pero regresaré una vez que puedo, me encanta la ciudad.
Algo que echo de menos es la forma de vida en el sur. Este semestre me ensenó como vivir con más tranquilidad. Todo se pasa allí más despacio, que una vez me hubiera estresado, pero lo acepté y ahora me lo llevo a Inglaterra conmigo. Si el autobús no viene, no pasa nada, todo va bien. Cuando tuve que esperar a que el camarero te sirva en un bar, no insistiría en cómo lo hice hace un año, disfruté de pasar el tiempo en el hermoso lugar y empaparme de la atmósfera. Echo de menos caminando 3 minutos por Agüillas para comer las espinacas y garbanzos, o comprar vino tinto y casera limón del Más de la esquina, y sentarme en el tejado a beber tinto de verano con mis amigos. Ni siquiera me hables de los tacos de Mano de Santo, una taquería mexicana 100% libre de gluten que sirve comida tradicional hecha por mexicanos.
También, echo de menos pasear por las calles estrechas admirando la arquitectura de los edificios con sus barandillas metálicas ornamentadas de los balcones. Además, la ciudad es tan colorida que las flores rosas brillantes contrastan con las paredes blancas y limpias de los edificios, es un espectáculo que echo de menos aquí en Inglaterra, donde todo es gris. Cuando llegué en enero, todos los naranjos estaban llenos de fruta, dando a la ciudad un brillo anaranjado. Luego fueron las flores rosadas, y cuando me fui, fue el turno de las moradas.
¡No olvides a la gente! No solo echaré de menos mis amigos, quien son de todos partes del mundo pero también las Sevillanas. La gente en Sevilla es tan cálida y acogedora. No se importa quién seas si eres joven, viejo, local o guiri, siempre estarán encantados de hablar contigo y de involucrarte en lo que sea que esté sucediendo. Al final, los camareros en mi bar favorito, los cajeros de los supermercados, los hombres viejos del bar en la esquina y la pareja que dirige la biotienda al final de la calle donde compraba mi queso vegano, todos sabían mi nombre, sentí que pertenecía allí.
Pasé mis últimos días aprovechando al máximo mi estancia en Sevilla. Visité el Real Alcázar, comí en mis bares y restaurantes favoritos, subí a las setas para ver la vista por última vez con el sol en la cara y pasé tiempo con mis amigos a quienes espero volver a ver algún día, pero nunca será lo mismo, así, en este hermoso lugar. Por ahora es ciao Sevilla, pero volveré, hasta luego.